El miedo nos lleva a veces a refugiarnos en espacios a los que de otro modo ni nos acercaríamos, pero cuando el peligro acecha, hay que decidir. El monstruo atemorizado que acompaña al niño viene de una idea que no logré plasmar como quería y que por ahora quedó en nada, como tantas otras cosas. Me apetecía juntar a un niño valiente (dentro de su fantasía) con un ser tan inmenso como miedoso (que no cobarde). En el fondo el valor infantil podía apoyarse fácilmente en la aparente protección que le brindaba su imponente compañero.
Lo único que tenía claro es que las viñetas se sucederían en dibujos carentes de perspectiva, como en el ukiyo-e, de hecho la idea inicial era un sólo dibujo alargado como un pergamino. Sin embargo han acabado dentro de poliedros donde impera la perspectiva axonométrica. Establecer una norma rígida es una forma de escapar a otras y finalmente ver como jugar con los límites autoimpuestos hasta resquebrajar una y otra vez el reglamento inicial.
Lo que al principio me resultaba un tanto complicado de ejecutar, ahora se ha vuelto no sólo más fluido sino además divertido. Hay fallos, pero prefiero intentar corregirlos sobre la marcha a planearlo todo demasiado. Algunos me permiten encontrar soluciones y caminos nuevos, otros no queda más remedio que dejarlos y cruzar los dedos para que no resalten demasiado. Quizá acabe dibujando de nuevo algunos de los dibujos mejorando aquello que no me convence. Si consigo elaborar una narración que me permita enlazar las ideas iniciales que provocaron estos dibujos, no me quedará otra que rehacer algunos.
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