Delimitar un espacio seguro nos da confianza. Cuanto más compacto, mejor lo conocemos. Nos hacemos fuertes, nos sentimos fuertes. Repetir una rutina es muy parecido. Conocemos la mecánica, no hay necesidad de cambiar e intentar algo nuevo que no sepamos dominar. Sólo hay dos opciones: permanecer instalado en el refugio que se ha construido o arriesgarse a ver si realmente es tan inseguro el exterior.
Este dibujo derivó de otro que preparé para ilustrar un relato. Allí el peligro era tangible e ineludible, ninguna situación puede contener infinitamente los miedos y amenazas. En cualquier caso, dibujar por encargo puede ser muy positivo, pues a veces muestra caminos que tenías delante pero no te habías molestado en apartar la maleza para localizarlos. Por mucho que uno busque nuevas ideas moviéndose constantemente a nuevos lugares, siempre se acaba limitando inconsciente la búsqueda y acaba siendo más productivo aquello que viene de donde no se esperaba.