miércoles, 18 de marzo de 2015

Un bosque doloroso


Su última caricia me había dolido, pero no esperaba tal reacción. El escozor se extendía por la espalda y adormecía piel y músculos. Un eccema turquesa empezó a brotar rápidamente, pronto dio paso a una costra más oscura, que proyectaban dedos cada vez a más altura y se iban ramificando. Parecía que se estuviese formando un bosque en mis hombros y juraría que vi movimiento en su interior. Cuando se lo mostré a ella, huyó con una mueca de repulsión. Jamás la he vuelto a ver.
Ahora estoy seguro de que el bosque está habitado y ella fue la causa de todo. Dudo entre talarlo o conservarlo como recuerdo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario