De niño, muy niño, me gustaba saltar charcos y hacer que planeaba con el paraguas, ahora cada vez detesto más la lluvia y el invierno. Sin duda, me ha cambiado el carácter, pero en ocasiones, un destello de inocente optimismo me hace disfrutar todavía del parte meteorológico más infernal.
Recurro demasiado a los animales en mis dibujos, a veces intento evitarlo pero es inútil. Este dibujo está incompleto, no porque no lo haya acabado, sino porque no pude prever determinados detalles. En cualquier caso ahora da igual. Podría haberlo titulado "vamos a contar mentiras".
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