A veces es urgente huir de la calma, en cualquier dirección, sin importar ir directo a la boca del lobo, sin meditar demasiado el destino, simplemente mantenerse en movimiento, como los tiburones que se asfixiarían si dejasen de nadar, para no sedimentar en el lecho de lodo, para no secarse bajo el sol abrasador, para que no ser consumido por el musgo. Al final puede que sólo acabe a la deriva, arrastrado por una corriente, pero al menos habré elegido una corriente.