Una esquina caldeada por una estufa salamandra, suficientes cojines tirados por el suelo, una alfombra (no necesariamente mágica, pero sí mullida), algunos cuadros en la pared y unas cuantas lecturas para alimentar una imaginación voraz. Con poco más que eso podría afrontarse una larga noche lluviosa o un invierno escandinavo, quizá incluso una pequeña glaciación.
La primera escena encapsulada que dibujé, quedó en una acuarela rápida en el cuaderno de dibujo y he tardado en convertirla en algo más acabado (aunque me pidió pocos cambios). Sin embargo la idea viene de mucho antes y desde entonces se ha ido ramificando en otras direcciones, pero el germen era condensar en un metro cuadrado aquello que siempre me ha hecho feliz. Esta semana, tristemente Gloria se ha ido junto a donde esté Carmen, pero sus canciones seguirán agitando la imaginación de mucha gente. Llegados a este punto me doy cuenta de con cuanta frecuencia recojo la inspiración de la música y como parece faltar esta en el dibujo de arriba, pero siempre habrá al menos un silbido.